Grabada y producida por la banda Todo El Verano, esta nueva canción representa una extensión de la búsqueda sonora iniciada con los lanzamientos del año pasado, y reluce muy notoriamente la influencia que provocara en el proyecto la incorporación a la formación de Marian de Marte, en teclados, y Quillén Muñiz, en el bajo.
“Noche Temática” es sin dudas una significativa evidencia de cómo pueden caber muchas canciones en una, la manifestación de diversos mundos musicales que, en el conjunto, producen una obra bien sólida.
En esta oportunidad, Todo el verano se desprende de las lógicas estructurales propias de la canción popular, y aventura un despliegue impredecible.
¿Cuál es el verso, o el puente? ¿Y el estribillo? Quizás una de las mayores virtudes que expone la canción sea precisamente esta: ser la invitación a un viaje sin mapa, campo totalmente abierto para la exploración.
En su despliegue inicial, enseguida recordamos varios paisajes de “Multitud”, el último disco de estudio de la banda: reminiscencias sobre todo en lo que respecta a lo armónico, sonoridades que expresan luminosidad. Pero cuando parecería que todo seguiría ese curso, el clima empieza a transfigurarse. Mientras Igna -cantante de la banda- escribe y cuando puede respira, en el aire se prepara cierta dislocación sonora, y así sucede: en la apelación a un sample (mecanismo recurrente en la banda) que poco a poco progresa y se arraiga, Tom -la otra voz- incita (¿a Igna?) a pasear sin doler y arder sin dar llama, envuelto en un éxtasis musical que crece hasta el límite de sus fuerzas, para luego desembocar en la calma, en el que quizás sea el pasaje más sombrío de la obra.
Atrás parece haber quedado el ejercicio de olvidar. Igna invita de nuevo a la noche temática mexicana, pero su expresión surge ahora cargada de optimismo, aunque nunca dejando atrás cierta melancolía. No tardará mucho en reconocer que escaparse ahora depende de él, y es claro: no quiere. Todo ello en el instante previo a una nueva -y última- transformación musical, sin dudas la más inesperada y radical de la canción.
El ritmo se desmorona, se desintegra. Pero en el punto justo en que el desvanecimiento parece irrevocable, una nueva fuerza se apodera del beat, y el aire se electriza: nervio musical que avasalla, sacude sentidos, y deja en claro que ya no habrá retorno, aunque ello no implicara olvido: es posible reconocer sonando por doquier varios detalles que, en cierta forma, sobrevivieron al desmoronamiento, triunfantes. ¿Al igual que Igna?
El video cuenta con la particularidad de haber sido producido por la banda, y en esta ocasión dirigido por uno de sus miembros, Tomás Lamastra. Como bastión primordial, es evidente una intención en Todo el verano: llevar la producción lo más íntimamente posible. Hay una decisión que además de contribuir con lo mencionado, da al conjunto audiovisual una fuerza aún mayor: quienes actúan son lxs mismxs integrantes de la banda.
Se advierte una invitación bien atractiva ya desde el comienzo: a desentrañar el desarrollo de estos personajes que parecen aunados a un destino, poco claro por cierto, pero compartido. En sintonía con el despliegue musical, lo visual también ofrece una alta variedad de mundos posibles, todos ellos conglomerados en el mismo relato. No hay historia clara, tampoco “una” trama, y en esto radica la potencia de su evolución. Todo surge en estado de apertura, incitación al espectador a poner en juego su propia maquinación, su singular viaje. En pos de exacerbar estas intenciones, el tratamiento del color -a cargo de Rosario Lamastra- también resulta decisivo: inmiscuye a quien ve en un clima que oscila entre la ensoñación y cierta melancolía.